Melitta Bentz era una mujer alemana, cuya pasión por el café, le permitió convertirse en inventora, gracias a un desarrollo surgido a partir de una necesidad doméstica.
El profesional temucano patentó un tipo de incubador de cobre para huevos de salmónidos, que permite salvaguardar las ovas de ciertos tipos de hongos y zonas de anoxia que ocurren dentro de los receptáculos convencionales que se utilizan en la actualidad en esa industria.
Con varias patentes en trámite junto a su socio, este inventor santiaguino hace un llamado a acercarse al Instituto Nacional de Propiedad Industrial para proteger las creaciones, las cuales recomienda deben ser productos sencillos, eficientes y baratos.
A mediados de septiembre, en representación de la empresa Lixivia, recibió el título de su primera patente de invención. Pero Cartagena va por más y ya presentó esta solicitud en otros países utilizando el Tratado de Cooperación en Materia de Patentes (PCT).
Para este oriundo de la oficina salitrera Pedro de Valdivia, lo más importante a la hora de inventar es guardar reserva hasta que esté inscrita la patente, realizar una búsqueda previa del estado de la técnica y estar seguro que lo que va a inscribir sirve y tiene una mejora.